domingo, 15 de mayo de 2011

Cayó el fomentista acusado de crímenes de lesa humanidad




Se trata de José Francisco Bujedo integrante de los grupos de tareas de la Marina y ex árbitro del fútbol local. Está acusado del secuestro y los tormentos sufridos por un militante peronista en enero de 1977

El represor de la Base Naval local durante la última dictadura cívico militar, José Francisco Bujedo, fue detenido ayer a la madrugada acusado de crímenes de lesa humanidad. El ex arbitro de fútbol y actual fomentista, se negó a declarar ante el juez Rodolfo Pradas y permanecerá alojado en un calabozo de la Policía Federal hasta que se resuelva su situación procesal.

Bujedo está imputado en la causa en que se investigan los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención (CCD) que funcionó en la Base Naval durante la última dictadura. En aquel entonces, el actual fomentista de 76 años, formaba parte de los grupos de tareas encargados de realizar inteligencia sobre militantes políticos y luego secuestrarlos.

Hasta el momento a Bujedo se le imputa la privación ilegal de la libertad agravada y los tormentos agravados sufridos por Edgardo Gabbín, ex militante del Peronismo de Base (PB) secuestrado el 11 de enero de 1977 y liberado un año después, luego de atravesar un suplicio que lo llevó por distintas mazmorras: de Mar del Plata a Buenos Aires y de allí a un barco infectado de ratas en Puerto Belgrano.

El fiscal Daniel Adler había solicitado la detención de Bujedo en 2009, pero se concretó ayer a la madrugada cuando un grupo de la Policía Federal llegó hasta la casa del ex árbitro para detenerlo. Horas más tarde, alrededor de las 15, fue llevado hasta el juzgado federal Nº 3 para ser indagado por el juez Pradas.

El marino retirado escuchó las imputaciones y prefirió guardar silencio. Al rato regresó al calabozo de la delegación de la Policía Federal donde permanecerá hasta que se resuelva su situación procesal.

El juez informó que decidió detener a Bujedo luego de escuchar la declaración pormenorizada que Gabbín brindó el jueves pasado. Pradas detalló que el testimonio de la víctima y una documentación enviada por el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor de la Armada fueron fundamentales para poner al marino tras las rejas.



Represores de negro

Hasta ayer a la madrugada cuando se vio dentro de un calabozo, Bujedo había gozado de una total impunidad. Quien supo ser uno de los mejores árbitros del fútbol local, fue también empleado del Ente Municipal de Deportes (Emder) durante la administración de Eduardo Benedetti en el gobierno de Daniel Katz(actual diputado nacional).

Su cercanía con la función pública le permitió publicar “Aprendiendo de Fútbol”, un cuadernillo de 28 páginas en el que volcó su experiencia como referí. También transmitió sus saberes en la escuela de árbitros local.

El arbitraje fue una pasión temprana. Incluso durante sus años en la Armada , siempre contó con el permiso para poder dirigir los fines de semana. Su jefe directo, dentro de la estructura represiva del Terrorismo de Estado, Ángel Narciso Racedo –“comisario Pepe” en las noches de cacería-, compartía su misma afición por el referato. Pero en la cancha se invertían los roles: Racedo asistía desde la línea y Bujedo imponía la autoridad.

En uno de esos partidos que solían dirigir se encontraron con su víctima. Edgardo Gabbín había desertado del servicio militar que cumplía en la Base Naval y había decidido volver a jugar al fútbol en Nación. El 10 de enero de 1977 se encontró con los árbitros/represores. Al día siguiente lo citaron en una vivienda del barrio San Carlos porque supuestamente iban a solucionar su problema con la ley por haber escapado a la colimba.

Bujedo y Racedo lo llevaron a la Escuela de suboficiales de Infantería de Marina, uno de los CCD que administraba la Armada. Pero al no haber lugar para un nuevo detenido, lo dejaron en la Base Naval. A partir de ese día, Gabbín comenzó un derrotero que lo puso al borde la locura: cautivo en el camarote de un barco en Puerto Belgrano pensó en quitarse la vida para terminar con el suplicio.

En febrero de 1978, Gabbín fue custodiado hasta la terminal de ómnibus de Bahía Blanca: quedaba en libertad. Lo primero que vio al llegar a Mar del Plata fue el rostro de José Francisco Bujedo. El árbitro le advirtió que no apareciera nunca más por Batán y que lo iban a estar vigilando.

En democracia, Bujedo continuó con el arbitraje y se interesó por el fomentismo. Fue presidente de la sociedad de fomento del barrio San Carlos en los noventa. Cuando se dio a conocer su pasado como integrante de la represión estatal, abandonó el cargo publico, pero siguió en la actividad.

En 1997, como vecinalista Bujedo tuvo acceso a la banca 25 en el Concejo Deliberante. Allí expuso su parecer sobre la erradicación de la “Villa de Paso”, caserío precario en medio del barrio San Carlos. En 2007 fue vicepresidente de la Casa del Fomentista, organización que nucleaba a fomentistas de la ciudad. Hasta hace pocos días, una radio FM le había dado horas de programación para que pudiera hacer su programa sobre fútbol infantil.

Para Gabbín, la vida en democracia no fue tan sencilla, la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) aún lo tenía en sus archivos. Un informe de 1987 lo sindicaba, todavía, como un delincuente subversivo.

Cuando Ángel Racedo fue detenido en agosto de 2008, Bujedo supo que tarde o temprano llegaría su turno. El “escrache” realizado el mes pasado por organismos de derechos humanos fue la última señal. Después de 34 años tiene que rendir cuentas con la justicia.



por Federico Desántolo