martes, 16 de noviembre de 2010

domingo, 14 de noviembre de 2010

ESTÁN PRÓFUGOS Y TIENEN CAPTURA INTERNACIONAL

Se cierra el cerco sobre ex miembros de la CNU


Se trata de nueve integrantes de la organización de ultraderecha que actuó en la década del 70. Entre los señalados se encuentra el ex Fiscal Federal Gustavo Modesto Demarchi. Con esta medida se sienta jurisprudencia sobre la responsabilidad de civiles en delitos de lesa humanidad durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón


Nueve ex miembros de la organización de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria (CNU), están siendo buscados por la Justicia imputado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón. El viernes a última hora el juez Federal Rodolfo Pradas, luego de que se allanaran viviendas y comercios de los imputados, los declaró en rebeldía y dictó la captura de orden nacional e internacional.

Entre los prófugos aparece Gustavo Modesto Demarchi, reconocido abogado local que actuó como fiscal Federal en aquella época y que se postuló como candidato a intendente por el Partido Justcialista en 1983.


Según una alta fuente judicial, se allanaron los domicilios particulares de Gustavo Demarchi y Piero Asaro; como así también la librería propiedad de este último.
La orden de detención fue emitida por Pradas el pasado martes, luego que la semana anterior la Cámara Federal de Apelaciones hubiera negado la eximición de prisión presentada por algunos de los imputados.
Según se pudo determinar, de los siete buscados, dos de ellos estarían ocultos en Mar del Plata. Se trata, además del ex fiscal Demarchi; del reconocido empresario librero local Piero Asaro, quien fuera Presidente de la Cámara del Libro del Sudeste de la Provincia de Buenos Aires. Cabe destacar que en relación a los rumores de que Demarchi estaría fuera de país, desde la investigación confirmaron que los puestos fronterizos negaron esta situación.
Por su parte, Fernando Otero, quien fuera condenado en 1975 por el asesinato del diputado nacional por San Juan, Ramón Rojas, no ha sido localizado por los investigadores.
En relación a Patricio Fernández “El Manco” Rivero –en aquel entonces jefe de la CNU a nivel nacional- estaría siendo buscado en la provincia de Córdoba; mientras que Mario Durquet no fue hallado en ninguno de los tres allanamientos realizados en La Plata. Raúl Viglizzo y Raúl Moleon, fueron buscados en varios domicilios.
Casos particulares son los de Fernando Federico Delgado y Eduardo Salvador Ullúa, ambos permanecen prófugos de la Justicia desde 2008 cuando fueran imputados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en el centro clandestino de detención “La Cueva”, que funcionaba en la Base Aérea marplatense.



El primer antecedente del abogado Ullúa se remonta a diciembre de 1971 cuando fuera involucrado en el crimen de la estudiante de arquitectura Silvia Filler. En democracia fue condenado a prisión por la causa de narcotráfico conocida como “Operación Langostino”. En la cárcel se recibió de abogado y una vez en libertad trabajó para el sindicato vitivinícola de Mendoza. Su último domicilio legal figura en aquella provincia.
Los siete buscados están imputados de “homicidio calificado por el concurso de dos o más partícipes” y en los hechos que se le imputan, está comprobado que actuaron con colaboración de miembros de la CNU de La Plata y la Triple A.
Además, en el pedido de indagatoria realizado hace más de un año por el entonces fiscal Adrián Guillermo Pérès, se explica que “Las constancias arrimadas a la causa permiten afirmar, con la precariedad propia de esta instancia procesal, que Ernesto Piantoni, Eduardo Cincotta, Gustavo Demarchi, Raúl Viglizzo, Juan Carlos Gómez, Carlos González, Eduardo Salvador Ullúa, Daniel Ullúa, Oscar Corres, Mario Durquet, Marcelo Arenaza, Beatriz Arenaza, Fernando Delgado, José Luis Piatti, Nicolás Caffarello, Piero Asaro, Juan Carlos Asaro, José Luis Granel, Roberto Coronel, Roberto Justel, Ricardo Oliveros y Fernando Otero, entre otros, conformaron una asociación ilícita enmascarada en la agrupación CNU, valiéndose para ello de su pertenencia activa a la misma, o en algunos casos, a una estrecha ligazón con dicho grupo”.
A la vez que agrega: “Los nombrados, se agruparon con un claro objetivo delictivo destinado a cometer una serie de ilícitos indeterminados (desde homicidios, privaciones ilegítimas de la libertad, como así también robos calificados por el uso de armas, sustitución de chapas patentes de los vehículos que utilizaban para cometer los distintos hechos de persecución política, falsificación de documentos, uso de documentos y/o credenciales falsas; intimidaciones públicas, incendios dolosos, coacciones, robos de automotores y otros injustos) con una clara voluntad de persecución hacia los militantes de izquierda”.
Desde el lunes pasado el juez Rodolfo Pradas dictó el secreto de sumario en la causa. Ninguno de los imputados fue hallado en los lugares que solían frecuentar.

Fuera del proceso judicial por estar fallecidos, quedaron José Luis Piatti, Josue Catuogno y el ex de inteligencia Ricardo Oliveros.

Cinco por uno
Pasadas las dos de la tarde del 20 de marzo de 1975, el abogado Ernesto Piantoni, uno de los líderes de la CNU, muere en la clínica Modelo. Horas antes, cuando se dirigía a su casa a bordo de su auto Citröen fue interceptado en la calle Formosa entre Olavarría y Güemes por un Peugeot 504. Una ráfaga de ametralladora lo dejó muy mal herido y no hubo forma de salvarle la vida.
Las primeras noticias hablaron de un ataque por parte de Montoneros, pero también se rumoreó una interna entre miembros de la Unión Obrera Metalúrgica, que tenían muy buena relación con militantes de la CNU.
La madrugada del 21 de marzo, a horas del sepelio de Piantoni un grupo armado conformado por personas de entre 24 y 30 años irrumpió en la vivienda de la calle España 856, la venganza por la muerte Piantoni había comenzado. Se identificaron como policías e hicieron bajar a todos los moradores de la casa. El “cinco por uno” estaba en marcha.
Enrique “Pacho” Elizagaray era el principal referente de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en Mar del Plata e hijo de Carlos Alberto Elizagaray, senador provincial. Horas antes de su asesinato, el periodista Juan Gasparini, le había advertido que se ocultara en un lugar seguro porque sabía que habría represalias por el crimen de Piantoni. “Pacho” pensó que la casa de sus tíos, la familia Videla, sería un buen escondite.
Cuando el grupo armado irrumpió en la casa de la calle España, Elizagaray intentó huir por los techos. Algunas de las personas salieron a la terraza y dispararon sus armas automáticas. “Pacho” murió de forma instantánea.
Jorge Enrique Videla Yanzi y sus hijos Jorge Lisandro (22) y Guillermo Enrique (16) ­–propietarios de la vivienda- fueron subidos a los autos que esperaban en la calle. La única sobreviviente, declaró que cuando se llevaban a su esposo e hijos escuchó que uno de ellos estaba herido, entonces un integrante del grupo dijo: “Éste está herido, dale otro tiro”.
Los cuerpos de los Videla fueron hallados en el paraje Montemar, en cercanías del aeropuerto de Mar del Plata, y reconocidos por el senador Elizagaray. Jorge Lisandro tenía 57 heridas de bala; su hermano Guillermo, 27 y su padre Jorge Enrique, 33. Elizagaray, que quedó muerto en la casa de la calle España, presentaba 23 balazos.
Según consta en la resolución firmada por los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Néstor Parra en 2008, los jóvenes “de saco y corbata” que llegaron hasta la casa de la familia Videla habían salido del velatorio de Piantoni. Eduardo Ullúa, Carlos “Flipper” González, Mario Durquet, Gustavo Demarchi, Fernando Delgado, Patricio Fernández Rivero, José Luis Piatti, Raúl Viglizzo y Raúl Molleón. Todos los integrantes de la CNU salieron a vengar la muerte de su líder.
Los jueces citan el testimonio de un testigo que durante el velatorio de Piantoni escuchó a José Luis Piatti decir “ahora van a ver…, pero nosotros ahora santitos en el velorio”. Además vio que en cercanías de la funeraria había muchos autos de los cuales asomaban armas largas.
Otra declaración asegura que Demarchi y Piatti salieron del velatorio del abogado y que con ellos estaba Patricio Fernández Rivero, líder de la CNU a nivel nacional. Un cuarto hombre podría haber sido Jorge “Polaco” Dubchak miembro de la Triple A y de la custodia de Lorenzo Miguel.
Fernández Rivero fue reconocido por otro testigo esa misma noche. El líder de la CNU a nivel nacional tenía una seña particular inconfundible: sufrió un grave accidente que le costó el brazo izquierdo cuando el auto repleto de armas en el que viajaba volcó a pocas cuadras del edificio donde funcionaba el Ministerio de Bienestar Social en Buenos Aires.
Por su parte, Dubchak –miembro del CNU de La Plata- fue ultimado de un disparo en las instalaciones de la UOM cuando osó agredir a Lorenzo Miguel, quien le había regalado un auto blindado a Juan Manuel Abal Medina. Sobre el final del “Polaco” hay varias versiones, la más firme asegura que fue descuartizado y quemado en un horno dentro del mismo edificio de la UOM.
El 19 de mayo de 1975, el fiscal federal Gustavo Demarchi pide el sobreseimiento de a causa caratulada homicidio por no hallar elementos suficientes. Dos días después, el juez González Etcheverry da lugar al pedido del fiscal.
El cirujano Bernardo Alberto Goldemberg fue otra de las víctimas de la venganza por la muerte de Piantoni. La misma madrugada del 21 de marzo un grupo de personas jóvenes armados con ametralladoras lo secuestró en su casa de la calle Falucho 3634 en presencia de su esposa. Su cadáver fue hallado en el camino viejo a Miramar con 42 heridas de bala. Según la autopsia murió por estallido de cráneo y destrucción de corazón, hígado y diafragma. El 25 de abril, el juez González Etchevrri sobresee provisionalmente la causa Goldemberg.

“Los perdono, no saben lo que hacen”
María del Carmen Maggi está de rodillas. A su alrededor, al menos seis jóvenes la apuntan con armas de fuego. “Los perdono, no saben lo que hacen”, dice antes de que suene la estampida. Los disparos se suceden sin interrupciones hasta acribillarla. Uno de sus matadores no soporta la escena dantesca y vomita.
Era mayo de 1975. La secretaria general de la Universidad Católica y decana de la Facultad de Humanidades había sido secuestrada por un grupo jóvenes que se movilizaban en tres autos –un Peugeot 404, un Chevrolet 400 oscuro y otro vehículo que no fue identificado-. Con su casa de Maipú al 4000 rodeada y ante la amenaza de disparar sobre sus padres, María del Carmen, decidió salir. Eran las 2 de la madrugada del 9 de mayo.
Un testigo con reserva de identidad señaló a Carlos “Flipper” González, Eduardo Ullúa, Mario Durquet, Fernando Delgado, José Luis Piatti y Piero Asaro, como autores del violento secuestro de “Coca”. El mismo declarante reconoció en el único identikit confeccionado durante la investigación, el rostro de Carlos González.
Su relato, además, reveló que Mario Durquet confesó haber matado a Maggi.
El crimen de María del Carmen Maggi lleva el sello de la Concentración Universitaria Nacional. La Justicia Federal tomó intervención en el hecho ante la denuncia de los familiares. El 11 de junio de 1975, el fiscal Federal Gustavo Modesto Demarchi le pidió al juez que se cerrara la investigación. El cuerpo de María del Carmen aún no había aparecido y no existían responsables por lo sucedido.
El cadáver de “Coca” Maggi fue encontrado, de manera casual, en cercanías a la Laguna de Mar Chiquita, un día antes del golpe militar de 1976. Es en este momento cuando, una vez más se demuestra el vínculo entre la Justicia Federal, y en particular del entonces fiscal Demarchi con los crímenes de la CNU. Insólitamente ni el juez, ni el fiscal creyeron conveniente reabrir la causa Maggi una vez aparecido el cadáver.


Otros crímenes

*25 de abril de 1975. Sobre la avenida Edison, a unos tres kilómetros de Mario Bravo, se encontró un Peugeot 504 gris íntegramente quemado. En el asiento trasero se encontraba el cuerpo calcinado del contador público Daniel Gasparri. A unos metros, estaba tendido el cuerpo sin vida de Jorge Alberto Stoppani con innumerables impactos de bala. Responsables: Carlos “Flipper” González, Mario Durquet, Eduardo Ullúa, Fernando Delgado, José Luis Piatti y Fernando Otero.
*5 de junio de 1975. El cadáver del profesor Roberto Sanmartino fue hallado en Colón y 202 con 30 impactos de bala. Horas antes, había sido secuestrado en la puerta de la Facultad de Psicología. Un mes y medio después el procurador fiscal cerró y archivó la causa.
*12 de junio de 1975. El arquitecto Víctor Hugo Kein y el estudiante Jorge Osmar Dell Arco fueron secuestrados del estudio ubicado en Rivadavia al 2600. A las pocas horas, en las calles 78 y 192 se encontró el cadáver de Kein con 15 heridas de bala. Tenía las manos atadas y los ojos vendados. Sobre la ruta 226, a la altura del kilómetro 7, se halló a Dell Arco muerto por seis disparos. Su cuerpo estaba semiquemado y sus manos atadas.
*14 de febrero de 1976. A las 2.30 fue secuestrado de su vivienda situada en Francia al 1700, Roberto Alejandro Wilson. Su mujer pudo reconocer a dos de ellos, pero en la seccional cuarta nunca le mostraron identikits. Wilson, junto a un grupo de trabajadores del frigorífico San Telmo, llevaba adelante un reclamo laboral.
*13 de marzo de 1976. Juan Manuel Horacio Crespo fue muerto a balazos en el taller de reparación de motocicletas de Moreno al 3800, cuando intentó resistirse a ser secuestrado. Sus asesinos, que se trasladaban en un Ford Falcon azul, volvieron sobre sus pasos, dispararon nuevamente y mataron a Emilio Azorín, quien también se encontraba en el lugar.
*15 de marzo de 1976. Cerca de las 19, Guillermo Nisembaum y Ricardo Leventi, que se trasladaban a bordo de un Citroën, fueron interceptados en San Luis y Alberti por un Ford Falcon azul. Intentaron huir. Sin embargo Leventi fue alcanzado, ofreció desesperada resistencia y corrió hasta un terreno baldío. Se oyó un disparo, y un tiro de una Itaka impactó sobre la espalda de Leventi. Salvó su vida de milagro. Para la Justicia fue sólo “abuso de armas y lesiones leves.


Por A.N./C.La.