miércoles, 28 de octubre de 2009

Murio el represor Eduardo Cincotta

Pocos días después de ser liberado, el cáncer acabó con la vida de Cincotta

El deceso del reconocido abogado se registró ayer por la tarde. El ex militante de la CNU estaba afectado por un avanzado tumor en el pulmón. La Justicia le había otorgado la excarcelación por razones “humanitarias”





Eduardo Cincotta, reconocido militante de la Concentración Nacional Universitaria, procesado por crímenes de lesa humanidad, murió ayer alrededor de las 16, a los 62 años de edad. “Hormiga Negra”, como lo llamaban en los grupos de tareas del Grupo de Artillería Antiaérea 601 durante la última dictadura cívico militar, había sido excarcelado semanas atrás por “razones humanitarias”, fundadas en el cáncer de pulmón fulminante que lo aquejaba.
Según se pudo saber, fue un paro cardiorrespiratorio lo que terminó con la vida del ex secretario general de la Universidad Provincial en épocas donde su organización militante, vinculada a la derecha del peronismo, ya era señalada por crímenes como el de la estudiante de arquitectura Silvia Filler.
Su entorno aseguraba que “donde lo internaban caía, que venía en picada”, no sólo por el avance de su enfermedad, sino porque el saberse procesado por participar en la tristemente célebre Noche de las Corbatas, de julio de 1977, cuando un grupo de tareas secuestró, torturó e hizo desaparecer a un grupo de abogados laboralistas, entre los cuales se encontraban Hugo Alais, Jorge Candeloro y Norberto Centeno, lo hacía sentir vulnerable. Evidentemente, los privilegios de la impunidad vivida ya no le servían para sentirse lejos de la justicia, lejos de la muerte.
Por estos crímenes fue detenido el 15 de septiembre de 2008 en el marco de la causa en la que se investigan los hechos perpetrados en el centro clandestino de detención denominado “La Cueva”. El lugar donde operó el antiguo CNU funcionaba debajo del viejo radar de la Base Aérea de esta ciudad y dependía del Ejército.
En aquella oportunidad Cincotta, se negó a declarar. Una semana después, el juez Federal Alejandro Castellanos dictó la prisión preventiva bajo los cargos de “partícipe necesario de privación ilegítima de la libertad agravada por haber sido cometida por funcionarios públicos, y por la imposición de tormentos agravados por tratarse de perseguidos políticos”.
Cincotta fue alojado en la Unidad Penal 44 de Batán, donde cumplió exactamente un año de encierro. Trescientos sesenta y cinco días después de haber perdido la libertad fue internado en la clínica privada Belgrano por una “afección pulmonar”. Para coronar el momento, dos semanas y media después, el mismo magistrado que lo encerró le otorgó el beneficio del arresto domiciliario alegando “razones de salud”.
Cuentan quienes lo vieron llegar al nosocomio que el arribo de semejante “personalidad” causó un gran revuelo en el lugar. No había camas disponibles, sin embargo una vez más las palancas del poder omnipresente del que gozaba, el mismo que había permitido que fuera internado sin ajustarse a los procedimientos previstos por la ley en estos casos, le dieron una mano para quedar internado. Eso sí, las esposas que lo marcaban como preso lo amarraban a la cama.
Diecisiete días fueron los que permaneció en la habitación 111 de la clínica. Los cinco primeros, sin custodia, los restantes con dos oficiales apostados en la puerta.
El cáncer de pulmón avanzó hasta provocarle un edema de cuello. La enfermedad lo cercaba, la Justicia volvía a beneficiarlo, está vez otorgándole el arresto domiciliario para que pase junto a su familia los días difíciles.
El último capítulo entre Cincotta y la Justicia, otra vez favoreció al ex CNU. Los jueces Ferro, Tazza y Ferrara firmaron el viernes 16 de octubre pasado la excarcelación, amparados en el avance de su enfermedad.
Hoy, los restos de Cincotta serán velados de 7 a 11 en la cochería Sampietro, posteriormente serán sepultados en el cementerio Colinas de Paz. Seguramente muchos amigos lo acompañarán, quizás los mismos que festejaron el día que el Ejército Argentino le regaló la placa que tiene en su despacho de reconocido abogado local. Los que lograron leerla dicen que en ella se le agradecen “sus servicios prestados en la lucha contra la subversión”.